Desde ayer, soy tía. Bueno, tía de cariño será. Pero es una noticia que ya se siente como déjà vù: "Fulana está en bola", "vamos al shower de Zutana?", "y qué te vas a poner para la boda?".

Y la más temida...

Y tú, ¿para cuándo?

Yo siempre he sostenido mi anhelo de un futuro sin hijos. Más allá que estuvieran de acuerdo o no, hasta ahora he sentido una posibilidad como tal no se ha tenido en cuenta. El instinto maternal como mito está totalmente enraizado en nuestra sociedad, aunque por él mismo ya haya sido probado falso. El objetivo primario de la mujer entendida como sexo biológico femenino se sigue asociando a la maternidad. Puede estudiar, trabajar, viajar por el mundo, cambiar las maneras de pensar, pero si no tiene hijos sigue siendo incompleta. Aparte de la evidencia que a la contraparte masculina no se le pide lo mismo, también está la estigmatización que se impone sobre aquellas que escogen (no se resignan) a no criar un wawa: el estereotipo de la solterona es archi-conocido.

La posibilidad de no tener hijos no se considera válida porque no es natural, o porque es inevitable: te olvidaste de protegerte, te violaron, no sabías qué hacías, etcétera. La tragedia que parece escrita en la vida de las mujeres, sobre todo en las mujeres jóvenes, es una vida de resignación y sufrimiento pues los hijos "se vienen y es así nomás, acostúmbrate mamacita". ¿Por qué tendríamos que conformarnos, entonces? ¿No tenemos el derecho de reclamar protección frente a la violencia sexual? ¿Frente a la falta de información de salud sexual? ¿No debemos acaso reclamar al Estado, al colegio, a la familia que siquiera insinúen que nuestros destinos están marcados (literalmente) con sangre y lágrimas, por el sacrificio hacia otro ser?

Al final, debería ser nuestra opción. Sin embargo, la presión social viene por todos los lados y se convierte en violencia simbólica. Cuántos de nosotrxs no conocemos a una amiga, familiar o conocida que salió embarazada durante la adolescencia; yo me cansé de contar cuántas veces me ha ocurrido. Quizá por eso soy más sensible al tema, o quizá simplemente porque nací con útero. Porque como otrxs he escuchado verdaderas historias de horror sobre violaciones, abortos clandestinos, depresiones post-natales, agresiones dentro de matrinonios obligados. Porque nada de esto debería ocurrir, y yo y todxs deberíamos poder decir "no quiero tener hijos" sin esperar protesta alguna.

El problema es, ¿y esto para cuándo?